EL TERRITORIO, LAS MICRONACIONES DIGITALES Y EL FUTURO DE LOS ESTADOS
EL TERRITORIO, LAS MICRONACIONES DIGITALES Y
EL FUTURO DE LOS ESTADOS
Por
Draaken, ciudadano de la República Foral de Draaken
Director
del Instituto de Estudios Micronacionales
Disponer
de un territorio determinado ha sido el elemento principal de los estados-
nación durante siglos. El territorio ha sido la porción de terreno donde han
ejercido su soberanía y donde sus leyes han tenido efecto, donde han podido
ejercer el monopolio de la fuerza y cuya integridad han defendido a capa y
espada. La historia de la humanidad es una sucesión de luchas por conquistar
nuevos territorios y de movimientos de fronteras, de estados que desaparecen al
perder su territorio y que se convierten en naciones sin estado, que a través
de movimientos nacionalistas han intentado volver a recuperar el estatus y
soberanía perdidos.
Las
micronaciones han seguido este patrón, intentar disponer de un territorio para
llegar a ser estados, aunque jugaban con un punto en contra: todos los
territorios del planeta tierra ya son propiedad de algún estado y no queda
ningún espacio por conquistar. Algunas micronaciones han encontrado resquicios
donde conseguir un territorio. Sealand ocupó una plataforma fuera de las aguas
territoriales de Gran Bretaña. Liberland reclamó un territorio entre la
disputada frontera serbia y la croata, en el que las discrepancias entre ambos
estados por el recorrido de los límites entre ambos países había provocado que
ninguno de los dos hubiese incluido este pequeño enclave dentro sus fronteras.
Otras micronaciones han recurrido a considerar las propiedades personales de
sus ciudadanos como su territorio. Y otras han dado un paso más, reivindicando
territorios que pertenecen a estados como propiedad micronacional de iure.
Pero
el desarrollo de las tecnologías ha abierto una nueva oportunidad al
micronacionalismo, creándose un nuevo concepto: el territorio digital. Surgen
así las micronaciones digitales quedando sus bases plasmadas en el Protocolo
Saint Meran de Micronaciones Digitales [1] y definiéndose como un ente de
derecho internacional, no una mera simulación de un estado, donde el
“territorio físico no sea indispensable para la formación del estado.”
En
las micronaciones digitales el territorio no es un elemento físico sino un
instrumento digital (un foro de internet, una página web, una red social…) que
sirve de soporte para dar difusión a las noticias y de canal de
intercomunicación entre la administración micronacional y sus ciudadanos o el
resto de micronaciones, pero este territorio no es el elemento fundamental
sobre el que se basado tradicionalmente la soberanía de los estados. En un
estado tradicional el territorio determina donde se aplican las leyes, hasta
donde actúan las fuerzas policiales… condiciona a las personas que viven allí
catalogándolos como ciudadanos o extranjeros, quedando sometidos a la
legislación del estado, que les impone que idioma deben usar, que pueden hacer
y que no, y les exige que requisitos deben cumplir para seguir permaneciendo en
ese territorio. El nacimiento de una persona en un determinado territorio,
asimismo, condiciona su nacionalidad sin que la persona pueda elegir.
En
una micronación digital este concepto es diferente, no es el territorio quien
condiciona la nacionalidad del ciudadano, sino que es el ciudadano quien decide
optar voluntariamente por adquirir esa nacionalidad sin que la micronación le
fuerce a decidir, pudiendo residir esta persona físicamente donde desee, pero
quedando unido al resto de ciudadanos de la micronación digital no por la
residencia en un territorio, sino por haber decidido voluntariamente integrarse
a una comunidad micronacional.
Podría
parecer que el conceto de estado sin territorio se enfrenta con la clásica
definición que, partiendo de la Convención de Montevideo de 1933, establece el
territorio como un elemento fundamental del estado, pero dentro del concierto
de estados territoriales ya existen precedentes de reconocimiento de estados
sin territorio, como puede ser la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San
Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta.
Esta orden religiosa es reconocida internacionalmente por los estados como un
sujeto de derecho internacional, o sea, como un estado más, que tiene
reconocida soberanía, personalidad jurídica propia y sujeta al derecho
internacional. La Orden tiene su propio ordenamiento jurídico, su constitución,
expide pasaportes, establece embajadas y da personalidad jurídica autónoma a
sus organismos públicos. Su sede, que actualmente se encuentra en la ciudad de
Roma en el Palacio Magistral del Aventino, goza de estatuto de extraterritorialidad,
por lo que no es territorio italiano, funcionando como embajada de la Orden
ante la República Italiana. En este sentido la Orden de Malta es un estado sin
territorio, reconocido por el resto de los estados, pero mas parecido a una
micronación digital que a un estado tradicional.
Actualmente,
la evolución de las nuevas tecnologías esta entrando de lleno en los estados
tradicionales, haciéndolos evolucionar hacia un nuevo horizonte y así hay
estados que han comenzado a explorar temas como la residencia digital. Un claro
ejemplo es Estonia, donde se ha comenzado a implantar un sistema de residencia
digital (o e-residency, en inglés), con la que cualquier persona puede hacerse
residente de este pequeño país de 1,3 millones de habitantes sin necesidad de
vivir allí. De esta forma los estados están comenzando a imitar a las
micronaciones digitales.
Por
tanto, aunque el concepto de estado sin territorio pueda parecer en principio
algo inconcebible, es posible que estemos viendo el futuro de los actuales estados,
donde su base territorial va a perder importancia y donde va a ser el ciudadano
el eje principal, que va a residir donde quiera y se va a relacionar con el
estado en el que el decida nacionalizarse a través de la tecnología. Quizá las
micronaciones digitales no sean algo tan extraño, sino tan solo un reflejo del
futuro hacia el que van a evolucionar los actuales estados tradicionales.
Referencias
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