MICRONACIONES: EL PESO DE LA CORONA
Micronaciones: El peso de la Corona
Sacro Imperio de Athérenon
Alejandro I de Athérenon
Esta
obra tiene por objetivo tratar la simbología de las monarquías y la
trascendencia de las mismas que se
podrá observar a lo largo de dicho texto. Toda construcción política, sea micro o macronación, sean repúblicas,
reinos, imperios u otros, tienen una cantidad
de elementos aglutinantes para mantener la unidad y la cohesión de esta
construcción, entre los que se
encuentran los elementos culturales, jurídicos, sociales, económicos… Pero en esta ocasión trataremos única y
exclusivamente las instituciones denominadas
monarquías, con el fin de hacer ameno y sencillo el texto, que se ha
escrito desde mi punto de vista personal.
Los
soberanos coronados de diversas micronaciones, sean grandes duques, príncipes, reyes o emperadores tienen una marcada
connotación religiosa, es por ello, que es mi
intención analizar la figura del monarca desde el punto de vista del
Sacro Imperio de Athérenon, tomando como referencias ciertos trabajos que he leído en el pasado.
La
corona, el objeto por excelencia que es parte del atuendo de cualquier monarca,
bien sea por el hecho de colocarla en
su cabeza bien por mero acto conmemorativo como ocurre en el Reino de España a la hora de la coronación del rey,
es un símbolo de poder que ya tenía
presencia en la antigüedad y que ha llegado hasta nuestros días, es además, la comunión político-teológica de lo
mundano con lo divino. Y a la corona se le podrían unir mantos, cetros, orbes y otros elementos “secundarios”, pero
imprescindibles a la hora de emitir
una imagen al resto de la población. Una imagen no solamente política que ordena y acumula el poder absoluto
terrenal, sino también, una imagen celestial que proyecta dignidad y respeto.
Para
ahondar en este asunto y dada la naturaleza teocrática de nuestro Imperio he de
citar el prefacio al Libro de las Ceremonias de la Corte Imperial del Emperador Constantino VII Porfirogéneta el cual señala “que el poder imperial
pueda, ejerciéndose con orden y
mesura, reproducir el movimiento armonioso que el Creador imprime al universo, y, así, mostrarse más majestuoso
y grato a nuestros súbditos", es por tanto misión del emperador
ser reflejo de Dios mismo, y esto se extiende
a todos los monarcas en
cualquier construcción política
debidamente formada, y, si el Emperador es un reflejo de Dios, ¿acaso no debe ser su imperio un reflejo
del mundo divino? Pero los humanos no
son dioses y carecen de las virtudes atribuidas a lo divino y es por ello que una persona los dirige en consonancia
con sus creencias hacia esa utópica realidad a
la que algunos consiguen acercarse
más que otros.
Son
muchos los símbolos, además de la ya mencionada corona, que rodean al monarca a la hora de representar su poder y transformar el mismo en algo grandioso
y majestuoso a ojos de súbditos y extranjeros. Un
ejemplo de ello son los estandartes y toda la simbología que existe detrás, los colores
hablan del monarca al que representan, desde
uno sabio y pacífico, hasta otro sangriento y tirano. Otros ejemplos de
estos símbolos y ceremonias, podrían ser la Sala del Trono
y el propio trono en
sí, la música que acompaña a las recepciones, el olor que se percibe en las salas… Toda la ceremonia debe
ser precisa y debe encumbrar al soberano del imperio por encima de todas las cosas.
Así pues, ya hemos visto que representa el monarca y los símbolos
que lo rodean, pero,
¿cómo
aplica esto al micronacionalismo?, podrían preguntarse algunos. Lo cierto es
que la simbología del monarca
aplica de igual manera, en mayor
o menor medida, en cualquier tipo de organización social, es
decir, no tendrá el mismo peso un monarca existente
a través de una monarquía constitucional que el de un monarca existente a través de una monarquía absoluta. Debo
aclarar que este texto se refiere a aquellos
monarcas respaldados por su micronación y sus habitantes, monarcas de
micronaciones unipersonales que
pretenden ser lo que otros son me parece injusto, no por el hecho de dignificarse como tales, sino por el
poco trabajo que existe detrás de su monarquía, al no estar sustentada por el pilar básico anteriormente mencionado:
La imagen del poder.
Sin
embargo, esta imagen del poder a nivel micronacional no sólo se percibe a
través de ceremonias internas,
procesiones, coronas, heráldicas y colores, acompañadas de diversas músicas,
sino también a través de los súbditos, pues el monarca es un reflejo de su construcción política, revestir al
monarca de una imagen poderosa da lugar a que
aquellos que comanda sean también poderosos. Un ejemplo claro de ello es
lo que ocurrió en el día en que yo
intenté abdicar y aunque las razones por las que lo intenté permanecerán ocultas, si les contaré
lo que ocurrió dentro del SIATH.
Como
bien decía el Libro de las Ceremonias de
la Corte Imperial, un emperador debe reproducir
el movimiento armonioso del Creador, entiéndase a Dios de la forma que cada uno precise adecuada, en el mundo
terrenal. Cuando aquel que administra el poder
divino en la tierra deja de hacerlo,
las alarmas saltan,
a veces conducen a la entronización
de un nuevo monarca, otras a problemas y conflictos internos y otras a la caída de las organizaciones otrora
sostenidas por aquellos monarcas. En el caso del SIATH, se me pidió por activa y por pasiva que pensase de nuevo acerca de la abdicación,
pues, ¿quién iba a dirigirlo todo en mi ausencia? Que surja esta pregunta a sabiendas de que existe un sistema creado
por mí que funcionaría sin mí es un claro ejemplo
de que la simbología del emperador, es decir, la imagen que yo he emitido a lo largo de los años como monarca ha calado tanto en mis súbditos que no pueden
visualizar el imperio sin mí
a la
cabeza, ¿podría decirse
entonces que he logrado reproducir el movimiento armonioso
que el Creador imprime al universo?
La cuestión
que aquí planteo
es, ¿son el resto de micronaciones monárquicas conscientes de estos hechos? Muchos son los que se nombran reyes sin saber realmente
cual
es el significado y mucho menos notar el peso de una corona. Mantener la
unidad de una micronación, exponer
sus ideas cara al público, engrandecer sus actos y crear proyectos día tras día que requieren de infinitas horas de trabajo no es asunto baladí y sin embargo, aquellos que se sientan cómodamente en sus sillas se autodenominan reyes, príncipes e incluso emperadores,
sin siquiera llegar a meditar y pensar en la
importancia de esa palabra y de
esa titulación.
No
pretendo, dicho sea de paso, sonar pretencioso o criticar a aquellos que
pudieran sentirse identificados con
la lectura de este texto. En absoluto. Mi intención con este texto no
es otra que mostrar, desde mi punto de vista, qué es un monarca, cuál es su simbología y cuáles son sus funciones
primordiales y animo a todos los monarcas, sean grandes duques, príncipes
o reyes a engrandecer su nombre y el de su creación.
Como es lógico,
todo este proceso es gradual. El crecimiento de una micronación monárquica que acaba de fundarse conlleva
de dos ideas que a mi parecer
son fundamentales. La primera
son las ideas que defiende dicha micronación siendo estas la primera carta de presentación. La segunda,
la imagen que emite su monarca a través de noticias, colores,
estandartes, músicas… A fin de cuentas, la serie de procesos ceremoniales que ya he mencionado anteriormente. Y fíjense entonces
si es importante la
imagen, que hasta sus capitales deben ser asientos sagrados en el mundo, deben
ser la sede del poder ideológico que
un monarca emite al resto, por un lado para dignificarse y causar
respeto en los demás y por otro para
atraer a las personas a participar en su obra.
Y
no sólo debe revestirse de dignidad y majestad el monarca en cuestión, sino que
este debe, al mismo tiempo, imprimir
esa majestad, como hemos comentado anteriormente, en aquellos que le sirven bien, para que, llegado el momento,
los extranjeros admiren ya a los
que se encuentran debajo del monarca, incrementando aún más el halo del poder y magnificencia del mismo.
Finalmente,
señalar también las formas en las que el monarca debe dirigirse a amigos, enemigos y extranjeros. El monarca que
desee mantener y engrandecer su poder debe tener
en cuenta lo siguiente: El silencio. Si, el silencio es importante, pues el
monarca es la imagen
de lo divino, no importa
que religión se siga en una nación
o micronación,
¿acaso todos tienen derecho a comunicarse directamente con tamaña
figura? Aunque muchos dirían aquí que
esto puede contribuir al estancamiento de las relaciones tanto internas
como externas, debe tomarse este dato acorde al crecimiento de dicha organización, pero, ¿por qué es importante
el silencio? Es parte de la ceremonia y la simbología
del poder. El soberano, sentado en su trono, en una inmensa sala preparada para tal fin, rodeado de cuantos ornamentos sean necesarios recibe
a sus invitados en una audiencia y se mantiene en silencio.
Este silencio, en medio de todo el espectáculo
deja paso a admirar el halo místico del soberano pues indica que
participa en la Gloria Divina y ese
resplandor inmóvil y silencioso debe culminar con la apropiada reverencia, pues los súbditos
deben agachar la cabeza ante tamaña brillantez, es decir, deben realizar
la prosternación y para ello, las salas y los elementos artísticos deben
reflejar la grandeza del monarca y la riqueza
de su imperio para que súbditos y extranjeros cedan a
la
voluntad del mismo, como ya se hacía en los antiguos imperios, como en el persa sasánida a la hora de crear arquitectura
sobrecogedora para estos motivos.
Con todo esto, culmina
entonces la ceremonia
del soberano en las recepciones, y algunos
podrían preguntarse el cómo aplicar esto si carecen de ornamentos, salas e incluso de un tamaño considerable de
personas que puedan desarrollar toda la trama,
pues con actitud. Es decir, no necesitas emitir el halo místico si te
sientas en un trono de oro en medio
de una sala inmensa, necesitas emitir el halo místico en todo momento, la corona es actitud,
el poder es actitud,
si no creen ustedes mismos que poseen las características otrora mencionadas a nadie
convencerán, nadie quedará deslumbrado, nadie inclinará
su cabeza y el soberano
perderá su soberanía
y se convertirá en un títere a merced de la voluntad de terceros o
incluso, en un mero fantoche egocéntrico que dice ser rey y no llega a
hidalgo.
Por
lo tanto, estimados lectores, sean ustedes monarcas o no, y más si lo son,
deben andar con la dignidad
y la majestad propias
de un soberano, no les hablo de ser orgullosos
ni egocéntricos ni que traten mal a los demás para sentirse superiores, esto es un error, les hablo de la actitud y la
confianza, se puede ser un grandioso emperador
siendo amable y benévolo para con los demás.
Texto basado en:
-
Experiencia personal
-
Libro Ceremonial de los Reyes
de Atherium
-
Simbología Imperial
del SIATH, contenida
en el Codex Athérenon
-
Libro de las Ceremonias de la Corte Imperial del Emperador
Constantino VII
-
Conferencias de Historia
Antigua de Raíces de Europa
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